sábado, 13 de abril de 2013

LA SERENISSIMA



Venezia es el nombre de la que otrora fue la Cortesana más bella, más exótica, más refinada y más fuerte del mundo. Hoy a mí se me antoja una dama muy mayor que se pone sus colores y sus pendientes bizantinos, pero a la que gusta levantarse tarde y acostarse muy temprano. 
No comprendo esa fijación romántica de estilo dulzón de recién casados por esta ciudad, que es toda callejones y vericuetos, que invitan al sexo furtivo y a la puñalada artera, ciudad que serpentea por unas aguas que corren y corren y callan y guardan.


Y no es que lo diga yo





En unos segundos estás rodeado de gente, en aún menos tiempo te hallas solo - ¿o aislado? en un cortile que tiene más esquinas de las que puedes contar, entre fachadas solapadas y ventanas de postigos cerrados, ojo,  cerrados, que no ciegos.
Es la mejor ciudad del mundo para callejear, no existe la línea recta, de un sottoportego a una terraza sin salida, a un puente, a una calleja que cuyos limites abarcas con los brazos....En silencio, se camina entre el repentino aleteo de las palomas alzando el vuelo al sentir de una presencia.




Es curioso, como natural de Madrid, al principio me resistía a nadar por esos rincones (rincón a rincón, son las piezas del puzzle: la ciudad completa). Además, a veces tienen un tono tétrico-peligroso extra: los adolescentes de allí deben ser bastante lerdos, porque la pintarrajean mucho, igual se creen que todos tienen el privilegio de nacer en una obra de arte, que puñeta, no creen nada, no piensan en nada, edding en mano. Hasta que tomé buena cuenta de una anciana muy muy bien vestida hablando por su móvil de diseño, pasito a pasito...(ejem...destilaba parné) Suena mal decirlo, pero quién iba a darme el palo a mi, con unos vaqueros desgastados, una mochila cutre y piernas ágiles teniendo presas como esas.
Después casi me parto la crisma con un escaparate. Es que la luna estaba tan impoluta, tan increíblemente limpia que no se percibía. No he visto escaparate igual, creí que los artículos (bolsos, guantes, trajes) estaban expuestos al aire y que quizás una chapa se deslizaba abajo a la hora del cierre. Y esa tienda no estaba en una vía principal, estaba enclavada entre mitad de ningún sitio y alguna esquina. Ese golpón en la frente terminó de relajarme y a partir de ahí vagué sin miedo.
No se si lo de los canales que huelen es cierto o no. Yo la he visitado en temporada baja, cuando el sol es un algodón, levemente dorado y pálido.
Me alojaba en Lido, porque allí los hoteles son más baratos, aún cuando le añadas el extra de los vaporetti.


El Hotel, una Villa preciosa, pero interiormente con las moquetas más pegajosas que quepa imaginar. Cruj-cruj.
Ese señor salió para estropearme la foto. 


Además, era fantástico viajar por la Laguna todas las mañanas temprano, un delirio para pellizcarse, ver acercarse, gradualmente, entre las aguas, la fachada rosada del Palacio Ducal.


Detalle. Entre esas dos columnas se impartían castigos ejemplares y sentencias. 


Uno de mis sueños sería poder vivir en Venecia durante un año, para apreciar el cambio de las estaciones, el cambio de la luz, para poder ir a sentarme en los escalones de Salute durante una tarde y otra y otra más, sin freno, simplemente sentarme allí sin límite de tiempo. También podría buscar los cuadros de Canaletto sin prisa y apreciar como el muy cuco distorsionaba levemente las perspectivas o añadía fantasías.


No se aprecia demasiado bien. Rio dei Mendicanti.


Rio Dei Mendicanti.


Y justo, si te das la vuelta en ese puente ves..San Michele., el cementerio.. Si algo asi no es grandioso...


Una excusa divertida y barata para ir de un lado a otro, es comprarse, por un -relativo- módico precio lo que llamábamos Bono- Chiese. Te da acceso "gratis" ( o más barato que si lo hicieses de vez en vez) a un buen montón de iglesias, repartidas por toda Venecia. Te adjuntan un mapa de localizaciones y es ir como a la búsqueda del tesoro. Y pasas por aquí...




Y llegas a...


Miracoli. 


San Giorgio Maggiore


San Pietro del Castello


San Giacomo dall'Orio


 Detalle.  Monumento fúnebre a Antonio Canova en Santa Maria Gloriosa dei Frari

Una anécdota curiosa es la de una iglesia que no lográbamos encontrar. Vueltas y vueltas, Venecia es complicada, pero aquello pasaba de castaño oscuro. Y soy muy puntillosa con aquello de los "perfects". Si el bono eran 21 iglesias, en mi mapa han de aparecer tachadas todas y cada una. 20 no valen. Me importa un bledo el dolor de pies. Son 21. Pues bien, he aquí la entrada a dicha iglesia:



 La increíblemente difícil de encontrar San Giovanni Elemosinario!



Encima de ella hay viviendas y la puerta está, evidentemente, sepultada por uno de esos puestos de encaje de Burano que los nuevos ricos chinos se llevan por toneladas. No dudo de que sean muy dificultosos  de elaborar pero... Pressiossos, y tan gönitos ellos, me los imagino, encima de televisores y en respaldos de sofá...Ouch.




Ya puestos a comentar los productos típicos, diré que las mascaras me dan yu-yú, aunque me parecen una opción muy respetable para los amantes del S/M.





Otro buen producto son lo que yo denomino "guarrerías". Hay falanges, cráneos, tibias, manos completas, prepucios ( sí, digo bien, en plural. Da que pensar, ein?) y trocitos de huesecillos sin fin apolillándose entre algodoncillos y muuuucho oro. No lo veo normal, ese culto morboso a las osamentas y a los cadáveres resecos. 
Del cristal de Murano, pues nada, existen desde pendientes hasta Cristos tamaño real, hay un producto de Cristal de Murano para todos los gustos. 
También he de comentar que tanto monumento religioso acaba por saturarme y cometo pequeños actos poco piadosos (pero no vandálicos) que no voy a relatar. Debe uno de refrescarse con otro tipo de maravilla:


Palazzo Cavalli- Franchetti, Salute al fondo, una pena que estuviese en obras


O mirar una de las cientos de casas que bien podrían ser La Casa De Mis Sueños.


O admirar la típica-típica estampa de Venecia, y no por típica menos hermosa.

Otra cara de Venezia son sus museos, pero como soy muy educada y dicen "Fotos-No" yo no saco fotos, aunque el resto de la humanidad sí que lo hace. Y está esa cara de Venezia que me está vedada: la vida en las casas privadas, esa que desarrolla en los jardines, detrás de los muros, que adivinas permanentemente.

Santa Elena, un barrio precioso, con un árbol Ginko dorado y espectacular que huele un poco de puzza.





Santa Elena

Venezia hay algo que no tiene.
Venezia no tiene fin.

4 comentarios:

  1. ¡Me ha encantado! Entre las preciosas fotos y tu narración, era como si me encontrara ahí mismo. Me encanta Venecia y es uno de esos pocos sitios (cada vez menos) que me gustaría conocer algún día. Todo ahí resulta artístico. Todo es arte. Esa sencilla y desconchada fachada de la Iglesia oculta por los encajes, me entusiasma. Y todo lo demás, como ese estrecho canal con la higuera asomada y la ropa tendida... fascinante. Es lo que tiene de dramático eso de los espíritus sensibles, que te emocionas y se te corta la respiración con cosas que no todo el mundo aprecia.

    Y me ha dejado muy intrigado eso de los "pequeños actos poco piadosos" que cometes cuando te saturas de tanta religiosidad :)

    Precioso post, Eve, sigue mostrando cosas bonitas y alegrando este mundo gris.

    Besos.

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  2. Gracias por tu comentario, siempre me alegra recibir tus palabras, y además, si te ha servido para evadirte y pasarlo bien, aunque sea por cinco minutos...me doy por ( muy) satisfecha! :)
    A mi también me pasa, que hay lugares que de jovencita me ilusionaba visitar y que hoy no me despiertan el más mínimo interés, como por ejemplo, Nueva York. Me gusta viajar para ver naturaleza o para ver arte, las ciudades a las que se supone que vas para ver gente y las frikadas de la gente y el color de la gente, y las rarezas de la gente, que quieres, como suena, me la pelan.
    Los "pequeños actos poco piadosos" no son, ni mucho menos, inenarrables, y tampoco son vandalicos, son...diabluras sin importancia. Un día te cuento un par por mail ;)
    Gracias por visitarme, besotes, Eva.

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    1. Antes era muy cosmopolita y lo que más me gustaba era una ciudad bulliciosa, pero con los años y las enseñanzas de la vida, cadavez me gusta más el campo y menos las ciudades. Me haría feliz desaparecer a una preciosa casa en el campo. De todas formas, he de decirte que Nueva York es de esos sitios que me gustaría conocer algún día, antes de llevar pañales, que a este paso... No por la gente, si no por la ciudad, las calles y edificios que he visto toda mi vida en el cine. ¡Y ver musicales! :) Y por supuesto, Londres, Roma, Venecia... Y unos días en París, para visitar esas calles tan parisinas que retrataba Brasaï en blanco y negro. Pero después de eso, una preciosa casa en el campo y olvidarme de la humanidad. ¡Menos unas cuantas personas que adoran a los perros!

      Besos.

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  3. Oh! yo, claro, no tenía en cuenta los musicales ;) :)Claro que para tí seria fantástico ir a Nueva York!!!!
    El handicap añadido para mi es que me dan fobia los aviones, no por miedo, sino por claustrofobia y un vuelo que conlleve mas de tres horas es una pesadilla para mi, a no ser que vaya al médico y le pida pastis para ir medio-alelá, cosa que tampoco pienso hacer. Una vez lié una en mitad de un vuelo y acabé en la cabina del piloto , vigilada por par de azafatas alteradas que no sabian que hacer conmigo, porque pensaban que... pretendía bajarme a a mitad del vuelo!!!(no sé, yo no dije nunca tal cosa)
    Tengo entendido que París es maravillosa, pero también apabullante y Roma...sí, la Ciudad Eterna, pero me parece que huele demasiado a sotana, para mi gusto. Lejos queda Adriano. En fin, Marta dice que todo resulta muy difícil para mi, que a lo mejor es una forma fina de decirme que soy difícil, je, je.
    No conocía a Brasaï, ahora sí, gracias a ti! :)
    Muchos besotes, Eva.

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Es difícil, pero no imposible.