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Puedo...? |
Este es un párrafo de un relato corto que quiero compartir. De la compilación de Gerald Durrell que mencionaba en el anterior post.
El narrador es llevado a una
perrera, en este caso una excepción, dónde los animales están perfectamente
atendidos:
(…) El silencio no era lo fundamental, la
impresión dominante, el encanto que se extendía por el lugar: sí lo era su
soledad, su aislamiento. Caminé de cercado en cercado; no, mejor dicho caminé
de perro en perro. Cada perro, a medida que me iba acercando al paralelogramo
de suelo alambrado que se le había asignado, se aproximaba a la valla y
caminaba a lo largo de ella, y yo observaba a mi vez a cada uno, sus
monumentales contornos, sus nobles cabezas, y mucho más que todo eso.
Porque he
visto muchos perros pasando uno a uno en las exposiciones de perros, desfilando
ante las ordenadas filas de bancos, y he visto muchas cosas en sus ojos, pero
aquel día vi lo que no había visto nunca.
Porque allí me di cuenta de que no
era yo el que miraba a los perros, sino ellos los que me miraban a mi, y cada
uno de ellos con las misma expresión en sus ojos, esos ojos que no podrían
pertenecer a ninguna otra criatura y en esos ojos la misma esperanza, la misma desesperanza,
un “¿podría irme contigo?”, ¿puedo ser tu perro? ¿no puedo ser tu perro?, ¿no?...” Yo
tenía que responder, o mostrar en mi actitud que no a cada uno de ellos, jaula
tras jaula. Cada perro, tan pronto me observaba, conocía la respuesta. Cada
perro cuando alguien pasaba ante las jaulas de forma casual, por simple
curiosidad, como hice yo, sabía cual iba a ser la respuesta del visitante. Creo
que mi amigo, el que me llevó a ver la perrera, no tenia mas idea que yo de
cual seria el efecto que nos produciría la cantidad de perros que vimos. Allí,
bajo el sol otoñal, a través de los años que han pasado desde entonces, los
recuerdos, la visión permanece; Todo ese cuidado, toda esa prevención para
cuidar su salud, todas esas comodidades para que se encontraran bien físicamente…y
en los ojos de cada perro la misma pregunta y la misma respuesta. (…)
“¿Me dejas ser tu perro?” Eric
Parker.
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“¿podría irme contigo? |
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¿puedo ser tu perro? |
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¿no puedo ser tu perro? |
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¿no? |
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¿no? |
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¿Podría irme contigo? |
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¿no? |
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¿Puedo ser tu perro? |
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¿no puedo ser tu perro? |
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¿no? |
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¿no? |
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¿no? |
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¿no? |
Esto es tristísimo. De hecho, esto es de las cosas que más fácilmente me pueden romper el alma y cada día más. Todos esos ojos detrás de todos esos barrotes, son lo más triste que he visto nunca.
ResponderEliminarHace mil años, disfruté tremendamente con los libros d Gerald Durrell, como la trilogía de Corfú, pero esta recopilación de relatos no la conocía y ya estoy deseando tener. Ese párrafo me ha encantado tanto, como entristecido. Y es verdad que todos te miran pidiendo que les lleves contigo. Todos serían felices si los sacaras de esas jaulas y los abrazaras camino de casa, pero al mismo tiempo, es como si todos ellos estuvieran resignados y supieran que lo excepcional es salir de ahí. Hay quien se conmueve hasta las lágrima con las penurias humanas, depende que casos, me puede pasar a mí, el emocionarme, pero lo normal es que estas criaturas de las fotos, sean las que me destrozan por dentro y muy profundamente. ¡Que pena!
Besos.
Triste y real, como tú muy bien sabes...y una situación muy ignorada...como la pequeña Sophie, veo la fecha y de noche pienso que haciendo un excepcional esfuerzo la podría adoptar. Y al día siguiente hay cincuenta casos como el suyo... En fin, lo mismo de siempre, efectivamente, tan, tan triste.
ResponderEliminarBesos.