miércoles, 24 de febrero de 2016

PUERTAS AL CAMPO



Pues dicho así ( o “asín”, de “así” con la ene de otras partículas, há-há) en rapidito:
Ya me han jodido.
En enero me encontré con que he habían puesto esa cerca. No es nada, es una mierda atada con unas cuerdas. Y me cortaron el paso por la pradera.

No es que esa pradera me diese ni frio ni calor, es que era mi acceso a un bosquecillo solitario y silencioso lleno de escurridiza vida y a unos kilómetros de campo, campo, sin más, con sus malvas y sus malas hierbas y sus colores siempre cambiantes.
Llegaba hasta allí como en tres cuartos de hora andando por la exigua acera de una carretera (y dando gracias, porque es la única que tiene y las demás ni arcén, un puto peligro y eso no constituye lo que yo considero ni pasear ni andar. Por no mencionar las duchas que te meten los coches cuando llueve)

Ahora tendría que dar un rodeo para llegar al mismo lugar de más de una hora, una hora de ida y otra hora de vuelta.
A la ida tendría que andar por carretera hasta la villa de al lado y atravesarla entera, pasando por casas que no me gustan demasiado y para regresar subir por otra carretera que cruza un polígono industrial.
Ya no es razonable, yo en mis paseos busco tranquilidad y la luz del sol silenciosa y la ausencia de tráfico, no hacerme un tour de force dónde al final, para llegar a ese tramo de bosque y campo recorro el triple por sitios de mierda.

Aquí hay eso que llaman “footpaths” que son los antiguos caminos vecinales que cruzan las praderas y a los que tienes derecho de paso. Pero a los granjeros, que lo tienen todo cercado, bien vallado y rodeado de alambre de espino, no les gusta. Quitan las señales, de modo que te pierdas y no sepas por dónde entrar o salir o continuar.  Ciegan los “stiles” (que son los pasos de madera que teóricamente dan acceso), plantando árboles o zarzas delante, les quitan los tablones que hacen las veces de parco escalón, o los coronan de alambre de espino, para que te arranques media pierna al cruzar.

Me temo que esa pradera a la que ya no me dejan pasar es un footpath. Tendría que ir al ayuntamiento e informarme de que puedo hacer. Ya. Ahá. Porque había señales abajo, que han desaparecido misteriosamente. Y qué. Porque…

…Por otro lado, a nadie ( NADIE ) le importa un puto pijo.
Nadie anda, nadie camina. Me parece bochornoso que la gente se levante de su cama y se siente en su coche para ir a sentarse a su silla de oficina y después de sentarse otra vez en su coche, se apoltronen en su sofá hasta que van a la cama. El otro día leí que el promedio de tiempo que la persona media camina al día es de veinte -20- minutos. (Era en USA? Era aquí? Que más da.)
Vamos, los pasitos que dan hasta el coche y las veces que se levantan a mear y a por el mando a distancia.

Yo recuerdo que tengo piernas y me produce un placer extraordinario cerrar la puerta de mi casa tras de mí y con absoluta sencillez, alejarme y alejarme y volver por los mismos medios: mis piernas. Me siento autónoma, me siento libre y capaz. Sin coche, del punto A al punto B. Salgo andando, vuelvo andando. Andar, andar, ha habido momentos de mi vida en los que tenía mucho más sentido que muchas otras cosas, era un propósito y un fin en el mismo acto. Andar.

Decía. Que se juntan el hambre con las ganas de comer. Los propietarios de las tierras con su codiciosa paranoia y una recua negligente con su propia naturaleza, a la que creen motorizada: una mayoría aplastante. Los caminos se cierran y desaparecen.

Y entonces…
Me acomodé a una ruta diaria más corta que incluía un footpath hacia un campo inculto con un pequeño riachuelo. Remarco, inculto. Por eso era interesante, porque estaba lleno de bayas, de plantas silvestres, de pájaros, de madrigueras, de rastros. Era mi alegría estar todos los días un rato allí, a solas, al sol, bajo  la lluvia, bajo los robles que crujían con el viento.
(Inciso: Las abundantísimas praderas cultivadas que hay por aquí son un moñigal. Literalmente. Hierba encharcada, pisoteada por el ganado, y un lodazal salpicado de mierdas de vaca de las que emergen moscas.
El ganado sin tener culpa, destroza las orillas de los ríos, y desplaza a toda la demás fauna. Pastos y ganado, pastos y ganado. Crean, asi, una especie, por así decirlo, de desierto verde.)

Pues entonces estaba en ese campito y vi una figura venir hacia mí. Es el dueño del campo, que me informa de que no puedo vagar por el:
Puedo entrar y salir tal y como establece el hecho de que sea un footpath, pero en ningún caso vagar ni pararme y, además, he de cruzarlo -me indica, para remate del absurdo-  por el margen derecho. Por el margen derecho, oye. No en línea recta ni dando un levísimo rodeo por el margen izquierdo. Voy a matizar que en ese campo no había senderos ni nada que se le parezca, sino hierba hasta la rodilla y cardos casi más altos que yo.

No hay más campo para mí. Me queda la carretera. Esa vía para coches, y no para personas. Puertas al campo. Allí significaba sinónimo de imposible. Que equivocación.    
Estoy en mitad de ninguna parte, rodeada de verde y tengo que vivir encerrada en el túnel mental de los demás.

Que extraño. Qué asco de mundo. Hoy estoy muy muy muy cabreada.
Mañana no, y entonces será peor. 

miércoles, 3 de febrero de 2016

BUFANDAS PARA NANABÚN (DIY 4, 5 & 6)


Y al fin di con la solución!
No era razonable que se pasase tantas horas tapada estando en casa. No, porque normalmente no para quieta, es un rabo de lagartija, pero el frío la puede y a veces no le queda otra opción que enroscarse y pedirme que la tape ( que lo hace ) Pero luego se pone nerviosa, demasiado tiempo sin hacer el píceo de un lado a otro! Mi friolera huesitos. Y como ya se ha visto, plantarla un jersey la volvía miserable.

Así que no se porqué, me acordé de unos rectángulos de lana que tenía tejidos para uno de esos proyectos faraónicos que a veces me planteo y que raramente termino, (en este caso eran para una manta king-size.)

Sencillo: coser dos sobre si mismos. Ecco las bufanditas. Mi duda era si iba a agobiarse también o a tratar de quitárselas. Para mi pasmo, no solo no se agobia, sino que cuando me ve con una, viene corriendo y moviendo el rabito. Le encantan! 

Y le voilá: 

Este es para salir a la calle.

El punto es tupido y elástico, muy abrigadito.

Esta tiene un aire asi como Masai, se me antoja a mi.

La modelo hay que reconocer que tiene mucha paciencia y es muy pro.
Teniendo en cuanta que odia la cámara, que interpreta ( como algunos perros y casi todos los primates) que es un ojo que la mira fijamente, inquietantemente.

Este es el mas suelto y los colores son los que mejor la sientan. Para estar por casa asi, casual ella.

De un lado

Del otro.

Que mona y que buena es. Dios mio, me voy a tener que tejer a mi misma un babero. 

O dos, o tres.

Y este es el modelo tupido para estar en casa. Con un rectángulo verde oscuro y otro en crudo y marrón.

Oigh. Está mal que lo diga yo pero me han quedado muy piji-orgánicos.

Tiene un cuello largo, largo, mi Nanabún

Ahora lo que tengo que procurar es quitárselos al menos unas horas al día porque si los llevase de continuo seguro que no sería bueno para el pelo

Hecha un primor, calentita, cotilleando con toda comodidad.
Para un lujo máximo esta la dejo encima de un radiador antes de salir y cuando volvemos está tibia.
Ella pone carita de gustirrinin.
Yeah.