miércoles, 23 de enero de 2013

PUEDO?

Puedo...?



Este es un párrafo de un relato corto que quiero compartir. De la compilación de Gerald Durrell que mencionaba en el anterior post.
El narrador es llevado a una perrera, en este caso una excepción, dónde los animales están perfectamente atendidos:
 (…) El silencio no era lo fundamental, la impresión dominante, el encanto que se extendía por el lugar: sí lo era su soledad, su aislamiento. Caminé de cercado en cercado; no, mejor dicho caminé de perro en perro. Cada perro, a medida que me iba acercando al paralelogramo de suelo alambrado que se le había asignado, se aproximaba a la valla y caminaba a lo largo de ella, y yo observaba a mi vez a cada uno, sus monumentales contornos, sus nobles cabezas, y mucho más que todo eso. 
Porque he visto muchos perros pasando uno a uno en las exposiciones de perros, desfilando ante las ordenadas filas de bancos, y he visto muchas cosas en sus ojos, pero aquel día vi lo que no había visto nunca. 
Porque allí me di cuenta de que no era yo el que miraba a los perros, sino ellos los que me miraban a mi, y cada uno de ellos con las misma expresión en sus ojos, esos ojos que no podrían pertenecer a ninguna otra criatura y en esos ojos la misma esperanza, la misma desesperanza, un “¿podría irme contigo?”, ¿puedo ser tu perro? ¿no puedo ser tu perro?, ¿no?...” Yo tenía que responder, o mostrar en mi actitud que no a cada uno de ellos, jaula tras jaula. Cada perro, tan pronto me observaba, conocía la respuesta. Cada perro cuando alguien pasaba ante las jaulas de forma casual, por simple curiosidad, como hice yo, sabía cual iba a ser la respuesta del visitante. Creo que mi amigo, el que me llevó a ver la perrera, no tenia mas idea que yo de cual seria el efecto que nos produciría la cantidad de perros que vimos. Allí, bajo el sol otoñal, a través de los años que han pasado desde entonces, los recuerdos, la visión permanece; Todo ese cuidado, toda esa prevención para cuidar su salud, todas esas comodidades para que se encontraran bien físicamente…y en los ojos de cada perro la misma pregunta y la misma respuesta. (…)
“¿Me dejas ser tu perro?” Eric Parker.

“¿podría irme contigo?









¿puedo ser tu perro?






¿no puedo ser tu perro?






¿no?





¿no?




¿Podría irme contigo?







¿no?






¿Puedo ser tu perro?





¿no puedo ser tu perro?




¿no?





¿no?

¿no?
¿no?






martes, 22 de enero de 2013

LIBROS



Hoy me ha llegado un libro de segunda mano. Amo los libros de segunda mano, porque creo que los libros viajan en un tren de tres vagones: tiempo, polvo y silencio, y su destino es alguien que cuando cierre la contraportada, se quede pensativo y lo acaricie distraídamente varias veces antes de dejarlo en la mesilla y apagar la luz.
Y los libros además, te hablan de otros libros, te susurran que existen, te tientan, y lo excelente, lo maravilloso es que suelen prometer... y cumplen. Con creces. 
Este ha sido el caso, un libro encontrado en los deshechos de una mudanza "las Mejores Historias sobre Perros" según Gerald Durrell ( del que no tengo muy buena opinión, porque le he leído y ese autoproclamado gran amante de los animales a mi me parece un gran viviseccionista) me sugirió a Albert Payson Terhune y su novela sobre Lad, su perro. Solo quedaba en todo el país uno, de segunda mano, y lo recibí ayer. Que sensación de cariño, de encuentro, tenerlo entre las manos. 

Compro libros, pero me da mucho más placer buscarlos en los mercadillos, e incluso por la calle (cuantos he encontrado junto a un alcorque, como he referido, en restos de una mudanza, o en un contenedor de obra lleno de cascotes...sobre papeleras! Los limpio y los desinfecto ( en cierta ocasión hallé una tanda salpicada de sangre!). 
Siempre me estremece -no siempre para bien- encontrar un recuerdo perdido de su anterior propietario, como una foto, un ticket borroso, una postal o una dedicatoria, cuidadosas letras en tinta azul datando la fecha de compra del ejemplar o... párrafos subrayados que para mi carecen de sentido vital, pensamientos perdidos. 
Los libros tienen un valor intrínseco, un valor per se, porque existen. En cierto mercadillo me podía llevar diez por un solo euro y me producía cierta desazón, déjà vu inmoral.
Será estúpido, pero no debo recurrir a las bibliotecas públicas. Me ocurría con el Biblio-Bus del barrio cuando era pequeña ( ¿alguien se acuerda de los Biblio-Buses?)...que me cuesta un penar tener que separarme físicamente de ellos y he de debatirme entre hallarlos de nuevo y comprarlos - claro,que ahora eso es pan comido con Internet y antes no-  o bueno, no devolverlos y huir a Jamaíca.

Lo mejor que saqué del colegio en el que cursé condena fue "Krabat y El Molino del Diablo", que aun tiene estampado su sello oficial, sello que me procura una malevolente satisfacción mirar. Del Biblio-Bus salí llorando por tener que abandonar "Las Brujas", de Roahl Dahl. Ahora lo tengo, con las misma portada (sí, los niños huelen a caca). Y uno de los regalos más preciosos y especiales que me han hecho nunca es cierta edición de Edhasa del "Vellocino de Oro" de Robert Graves. Aún busco una edición  muy comentada (excelentemente comentada) con los grabados de Doré de la Divina Comedia. 

El libro que más me impactó de niña y que me animó a escribir no era mio y aún no lo es, aunque obre en mi poder. Está mal que lo tenga, lo se y lo siento, pero es un tesoro para mi. 


Tres libros que me han pertenecido no tengo. Uno lo perdí en un banco - de los de sentarse- del Barrio del Pilar, otro lo quemé y el tercero nunca me lo devolvieron.
El primero, una novela de Henning Mankell que no me daba frío ni calor pero cuya portada ( un diablo patinando, de John Collier ) me gustaba mucho; el segundo era una de esos churros encuadernados, propagandísticos y tendenciosos, de César Vidal, que me daba asco guardar; el tercero se lo quedó mi primer novio, El Hobbit. No, el Hobbit no era mi novio, pero casi-casi.   
En una ocasión me cancelaron una amistad acusándome- falsamente- de no haber devuelto un libro, sin embargo otra amistad la cancelé yo reclamando con agresiva vehemencia un tomo de Velazquez... 
Libros...ya tengo las ediciones inglesas de Shogun y Tai-Pan, cuya censura tanto disgusto me causa. 

Al menos hay un cuarenta por ciento de libros que he releído, y algunos, hasta cinco veces, ( "Al Este del Eden", de Steinbeck, por ejemplo) Es toda una experiencia ver como ellos no cambian y tú sí, y sentir como tus emociones han variado, como han girado tus puntos de vista, en definitiva, como ha pasado el tiempo sobre uno y no sobre ellos, que son eternos. Tres, cuatro lecturas, y ninguna la misma. Pero tienes la misma portada doblada y gastada entre las manos.  

Lo de los  dichosos Kindles y esos engendros son para gente que quiere tener mil quinientos libros en 10 x 15 centímetros y que no tienen ni uno físico solo en su casa, ni ganas. Es el horror, el fin del respeto, de la magia y de lo diferente, el abismo hacia una centralización procesada, el formato ya no de usar y tirar, sino peor, de acumular e ignorar. Bendito Gutenberg, que poco ha durado su maravilloso invento, y creo que tampoco se ha aprovechado, ni por asomo, tanto como se debiese. 
A mi me entra el sarampión menuíto de imaginarme que dejan de editar y que me veo condenada a mirar otra puta pantallita. A que el tacto de las hojas sea un recuerdo, e incluso su olor, a sopesar el peso, el tamaño de la letra, donde lo encontré, dónde lo compré, momentos bonitos, o diferentes, la Vida... Desde que creo que esto es posible, me corto menos y acumulo más, no se cúanto va a durar. 
Sin mis libros no podría reírme de mi misma, como aquella vez, con once años que encargué, muy seria yo, en una librería de Cuatro Caminos algo titulado "El Club de la Kripto- Amnesia" junto a una biografía de James Dean, toooma. Tampoco podría llorar de frustración, como me ocurrió al salir de una librería inmensa y completísima de la Plaza de la República, sabiendo que las Vidas de Vasari las había dejado atrás por 10 Euros y porque mi italiano no da, ni mucho menos, para leer a Vasari. Ni recordarme en los mercadillos de Laredo, en una mañana de luz clara y con olor a salitre en el aire, paseando y ojeando tomos, que momento tan bonito, tan sencillo. 

Pero vamos, que mejor lo expresa Arturo Perez- Reverte que yo:


Libros, ay, mis libros....







jueves, 17 de enero de 2013

PAÍS DE MAQUINISTAS


¿Quien conduce? ¿Quien carga el carbón para las calderas?¿ Hitler?


A veces, demasiadas, debido a los tiempos que corren, pienso en lo que yo llamo "El Maquinista" (y no me refiero a la película.) OK, voy a por el ejemplo facilongo.
Cuando se habla del Nazismo, sale a relucir Hitler, Hitler y su gran poder carismático - que no dudo que tuviese- sale Goebles, salen a relucir Himmler, Göring...y bien, Hitler. ( Repito, voy al ejemplo, dónde pone "Hitler" también podría leerse Idi Amin y otros tantos...)
Y estoy ABSOLUTAMENTE segura de que sin sus "maquinistas" Hitler habría seguido siendo un pintor mediocre ( eso dicen ) o un cualquiera gris. Venga, estiremos al caso extremo, hubiera sido un loco maniático en un sanatorio. 
Hitler solo no era nadie. Hubiese tenido tanto poder como el que yo tendría si saliese a despotricar a la plaza del pueblo. El problema es que en vez de vivir en un entorno sólidamente ético y culto, en el que primero se ríen de mi y después me retiran de la vía publica, quince individuos empiecen a idolatrarme. Y a obedecerme ciegamente. De motu propio. Quince, después treinta...un millón.
Hitler no estaba en cada cámara de gas, cavando fosas, ahorrando balas con el ingenioso sistema de hacer atadillos de personas con alambrada. Perdoneseme la broma, pero Hitler no era ningún Super-Hero.



Hitler quizás quede allá en lo alto, en el fondo. Cuantas cabezas, que bien alineadas, que disposición. 


Hitler fue el catalizador de un sentimiento pre-existente y el refugio del cobarde. ¿Que hubiese sido del Tercer Reich sin tanta gente haciendo su cometido con escrupulosa eficiencia? Nada. 
Los maquinistas que llevaban su "peculiar" carga, de esos ¿quien se acuerda? ¿tienen nombre? ¿no? porque todos juntos me parece que tuvieron más poder que las meras palabras de un demente.
Presumo que sabían lo que hacían,...y peor...peor aún si se acogían a eso de " yo hago lo que me dicen y dejo de pensar como individuo" militarmente conocido como la Cadena de Mando. Hizo falta una asombrosa cantidad de "trabajadores-operarios" para llevar a cabo sus ideas.
Supongo que es balsámico centrar el horror en un solo rostro, en una sola persona, pero es un falsedad. Una falsedad peligrosa.

Personalmente conozco a un individuo que pasa por ser majisimo y cuya idiosincrasia es una mezcla de lealtad mal entendida y complejo de inferioridad. A ese en Bosnia le das un rifle y te mata a tantos civiles como alcance desde lo alto del edificio. Y tan contento de haber cumplido su cometido. Ojo, su cometido a secas, del tipo: "me dijeron mata y yo maté, que es lo que está mal?". Ni siquiera me refiero a que sacase placer personal de ello...que también los habría...
Estoy segura de que estamos rodeados de personas así, contenidas, bien flotando, bien constreñidas en el plasma de unas convenciones sociales, convenciones que, de romperse o girar 180º, harían lo que se les manda. O que al fin se pueden dar rienda suelta. Y punto.
Me pregunto de donde salen, con la presencia de un carismático X tanto asesino, torturador, violador, saqueador, tanto operario para la infraestructura del Mal.  (Olvidemos a Hitler, que es un mero figuirín en todo este asunto, porque los ejemplos de barbarie extrema son universales)  No, no me lo pregunto...lo sé.

Aqui no veo a Hitler, veo a tres fulanos de mierda muy contentos.

Son cualquiera.
Pongamos un ejemplo más cercano. La Banca.¿ Es que todo el mundo se ha olvidado de que la banca no es un ente con Substancia Propia? No es un cerebro monumental, lleno de tubos bajo una cúpula oxigenizada... Olvidemos a los líderes, los lideres no hacen papeleo ni burocracia. Hablo de ese individuo que hace lo que le dicen, seguramente sin preguntarse si le parece correcto o no, ese cobarde, ese imbécil que se acoge a las normativas que otros le han dictado, y que ya no es que no pueda, es que no quiere cuestionarse. Y así, ciudadano a ciudadano  hacemos una bonita nación, donde todos hacen lo que les dicen y tonto el último.
El país en el cual el poder individual e  individualista parece ser que no existe. Ni siquiera haría falta reunirse, ni hacer plataformas, ni grupos de apoyo, bastaría con que cada persona se comportara en su ámbito de influencia personal de manera decente y digna. Ups!  A no ser, claro, que haya algún papelajo o un superior que te dicte que melodía seria conveniente que silbaras. Cuanto cantarín se ve en este pais. Y no es por nada, pero se empieza silbando y se acaba de tenor en la Traviata, y tan happy-happy, que desde la orden viene de arriba, yo duermo con las manos limpias, que soy un mandao. Coño.


¿A quien no se ve por aquí?

¿Quien aplaude en los mítines y se afana por un beso de un político?  El perla de más arriba. ¿Quien más? ¿Quien tiene derecho de llevarse las manos a la cabeza cuando pasa lo que pasa después de que se ha votado en bloque?  Con lo obvio y evidente y flagrante que era. 
Aquí cualquier pufo palpable y manifiesto se relativiza y acaba de pasto en un programa de varietés de Tela-Jinco. Y el espectador apaga la tele con la letanía de "que barbaridad-qué barbaridad" y bueno, bien, eso lo solucionará quien corresponda. Quien corresponda. Aquí no corresponde nadie. Porque el debería corresponder piensa exactamente igual. 
En este país, con este curioso sistema de egoísmo personal, se aísla y se abandona sistemáticamente a cualquiera que se vea en un apuro. Siempre es asunto de otros. Y la culpa mola mogollón echarla a toro pasao, eso siempre. Siempre es culpa de otros. Nadie sabe nada. Bendita clase política  benditos sindicatos, bendito sistema judicial ...benditos compañeros de trabajo.  Y ya lo he puesto, ¿verdad? Tonto el último. 
Contamos con el anuncio de una fábrica de embutidos para subirnos la moral y recordarnos lo grandes que somos, que comemos jamón y ganamos al fúrbol. Ea, ea. Ese orgullo español de piñata, que mucho estalla y solo suelta chucherías, de esas que no alimentan y además pudren los dientes.
La frase esa de que "un pueblo tiene el gobierno que se merece" no es mía.
Buenas noches, y buena suerte. 

miércoles, 9 de enero de 2013

A FIRENZE

Pianta della Catena


Cabe preguntarse por qué no se sustituye - a veces- el verbo vivir por el de viajar.
Libre, libre, una vez que llegas la distancia que queda entre uno mismo y las preocupaciones de que incluir y que no en la maleta no se puede medir en kilómetros  sino, acaso, en sueños distantes que apenas se merecen un pensamiento. Y mi maleta es siempre lo más pequeña posible. Yo, ligera, dueña ausente y despreocupada de mi hogar, de mis libros y mis muebles. Mis necesidades, tan básicas, el mundo, tan grande.
Días dorados, que se alargan de forma maravillosa, porque cada instante es interesante e importante y en dos has creado rutinas que te parece que has hecho desde siempre jamas, como ir a sentarte en las escalinatas de Piazza San Lorenzo de noche, cuando los puestos y los turistas que hay de día prácticamente te impiden verla.
No, yo no soy turista. Vamos absolutamente por libre; no hago ruido, no vocifero, no atesto ni molesto y tampoco gasto apenas dinero. Básicamente camino y camino y observo y observo.
Observo....

Vista a los Boboli desde nuestra habitación. Poníamos el despertador a las cinco para ver amanecer.

Es cierto, lo de la luz de la Toscana


Son como cofres, notese arriba el gancho que sujeta los grandes maderámenes.

Y levantándote prácticamente de noche, Florencia ofrece aun más lujos, como ver las joyerías del Ponte Vecchio cerradas, o disfrutar de la Loggia en solitario, o entrar y sentarte a ver El Nacimiento de Venus y la Calumnia de Botticelli a tus anchas en los Ufizzi antes de que lleguen las sudorosas masas abanderadas por su guía.


Detalle del pie del Perseo de Cellini, creo que es una copia, que más da! 


Detalle del Rapto de las Sabinas. Y el mármol se hizo carne, me impresiona especialmente.

Para mi cumpleaños fuimos a San Gimignano. Subimos a la Torre Grossa, y subir aquellos escalones y escalones y cientos de escalones fue maravilloso, pensé que me iba a quedar sin fuelle, pero en verdad, sentí que cumplía un año, y eran muchos más de cuyo peso me desprendía.





Había una mujer tocando un arpa y sobre las torres, nubes de córvidos graznando.

Necesariamente, como las cabras, tiro al monte.



Para aliviar tanta poética magnificencia, foto del uso del min-bar de la habitación.
Lo que hacemos para gastar lo mínimo y poder traer la mayor cantidad de libros posible es buscar un supermercado de barrio, alejado del centro histórico y alimentarnos a base de: mozzarella, prosciuto cotto (una especie de jamón york) tomatines, yogur de frutas, leche, y sí, se ve bien, cerveza.
Pero en lugares como Florecia, escapar de la belleza es difícil....


Fuente anexa a la esquina de un palazzo...anexa a la frutería donde comprábamos los tomatine. Los Médici, omnipresentes.


En cada esquina, en cada rincón. En una vidriera de la Bibliteca Laurenciana.

Entre la bruma, San Miniato al Monte. De allí me "llevé" una pequeña velita votiva. Subimos, como no, andando.

Florecia desde los Bobolino, Santa Croce, si no recuerdo mal, es la que se observa en el centro. Bonita subida también. 

Detalle del taller de cuero en el interior de Santa Croce, tenian algunos objetos bellisimos y otros que parecian sacados del Corte Inglés. Eso si, único el ambiente de compra monástico y silencioso.


El Palazzo Davanzati, prácticamente desconocido y debido quizás...solo quizás,  a sus lisergicos horarios de apertura, como reza su cartel informativo: cierran los miércoles,  los lunes, los viernes, todos los días anteriores a festivos, los festivos y los días que caen en 5 o en 29. 

Los Stammae del hoy Museo Bargello, antes, impresionante prisión  Este precioso patio ha visto muchas ejecuciones. Es lo de la Vieja Europa, si se piensa, no hay piedra sin sangre.

Claustro de San Lorenzo

Con cerca de quinientas fotos, en una ciudad como Florencia, que para apreciarla y conocerla hacen más falta que las vidas de tres gatos juntos, esta no tengo ni idea de dónde la saqué.



Literalmente, kilómetros de museos, kilómetros de calles, e incluso de campo. Andar y andar para contemplar maravilla tras maravilla, hasta que al apagar la luz de noche todo eso te da vueltas en la cabeza y te entra una especie de éxtasis de alegría...vamos, cuando eso del síndrome de Stendhal deja de parecerte una tonti-pijadita de los libros y empieza a ser una realidad. 

Me merezco un helado.


 Para finalizar iba a reflexionar sobre algo que lei hace poco. Lamento no recordar en qué libro. Venía a decir que quizás esa es el concepto de la muerte. Saber esos lugares, existiendo, brillando, reales...sin tí. No por la falta física que les hagas, obviamente.
Pero no me apetece ponerme tan puñetera ahora mismo. ¿O ya lo he hecho?
Humm....


martes, 1 de enero de 2013

FELIZ AÑO NUEVO

Venga, voy a obviar que el día de Nochevieja me suele parecer raro-y-extraño y que tengo un trancazo del copón. Al final, me tomo dos cervezas ( dos, número de 2) y les endilgo a los perros doce cachitos de bacon y les hago la puñeta un ratín. Pero que monos están.


Habibi, muy serio y formal.

Habibi, hasta las narices y tan solemne!

Una perrita con orejas cuadruples y cuernos de fieltro

Nanabún agotada de hacer posados. Que vida perra.
Feliz Año Nuevo, a las personas de Buena Voluntad, al resto, que les folle un pez.